domingo, 15 de enero de 2017

Removiendo la sopa en la marmita...

























Y buscas comprender la dualidad,
vertiendo soluciones y mezclando
los líquidos del cuerpo y del espíritu.
Pobre mortal, consciencia escindida
buscándose a sí misma tan perdida,
mirando si se ve sobre el fluido
y al verse que aparece y no aparece,
y al verse que aparece y que circula,
al verse y al no verse circulando,
se asusta, se interroga, se pregunta:
¿cuál deberá de ser la imagen mía,
la imagen que se forma y que circula
sobre el espejo cóncavo y convexo
sobre la superficie de la pócima?

Pobre mortal, sí, pobre, convocado
a componer el tángram de consciencia,
aquel rompecabezas multiforme
que no niegue la vida que ahora abunda.
Pobre mortal, sí, pobre, al advertir
la inmensa dimensión de esta tarea,
la ingenua sensación, casi segura,
a veces, solo a veces, mientras tanto,
de despertar de un sueño y revivir
la cándida consciencia, casi oculta,
de comprender que, a veces, solo a veces
el encuentro imposible es imposible
el encuentro humano y tan divino,
el uno que es un uno y que es un cero.

Ha de morir el dios para vivir
el ser, también estar, del ser humano...




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